LOS FALSOS RUSOS EN EL IMAGINARIO COLECTIVO
- encuentrodigital
- 28 jun 2018
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Si un ruso supiera que en nuestro imaginario colectivo es un güero rubicundo, de mofletes y narices enrojecidas por el frío y el vodka, con abrigo rojo, botas negras y shapka, que alza vigorosamente los pies mientras cual cosaco baila kasachok, tal vez nos regalaría una retahíla de insultos que no tomaríamos a mal, simplemente porque no entendemos ni una palabra de su idioma.
Sin embargo, más allá de los clichés encontramos una serie de acciones y productos a los que hemos puesto el apelativo de “ruso”, como tuvieran su origen en aquella nación.
Ante inquietantes cuestiones como: ¿la ensalada rusa… es de Rusa?, ¿los rusos se suben muy seguido a la montaña rusa? o ¿qué tan rusa es ‘la rusa’?, nos decidimos a desvelar las incógnitas y esto fue lo que salió.
Los diccionarios hablan
Mientras que en nuestro incipiente Diccionario del Español de México «lo ruso» no pasa de ser un gentilicio y también una referencia a lo soviético, el diccionario de la RAE nos ofrece opciones por demás interesantes.
Nos habla de «hacerse el ruso», que en Honduras equivale a «hacerse el sueco», más para los sesudos académicos españoles, esta expresión traducida al mexicano significa «hacerse pendejo».
El diccionario sigue enumerando definiciones de «cosas rusas»: una «atracada a la rusa» consiste en «estacionar» mal un buque, una carlota rusa es, justamente, el tipo de pastel que aquí llamamos «carlota», un desmán ruso es un animal o del Volga y una ensaladilla rusa es lo mismo que una ensalada rusa, la cual, por cierto, ni siquiera es la verdadera, ya que menciona los ingredientes tal como la preparamos en México.
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